El lunes 5 de octubre, un día después del tercer partido de Los Pumas en el Mundial, frente a Tonga, Lucas Noguera Paz celebrará su cumpleaños número 22. Parece mentira que hayan pasado sólo dos años y medio desde aquel Mundial Juvenil de Francia, cuando todavía era un prometedor Pumita. No sólo por lo que ha crecido como jugador, sino por todo lo que ha cosechado en el camino. Sin embargo, a las puertas de su primer Mundial de mayores, conserva la humildad del que no ha ganado nada.

“Es lindo saber que podés representar a tu país y a tu club en el torneo más importante del mundo. Es un gran honor”, define el pilar, ya de regreso en Londres, junto al resto del plantel y contando las horas para el debut del domingo a las 12.45, frente a los todopoderosos All Blacks. Igual, que en el primer casillero esperen los reyes indiscutibles del mundo ovalado no es razón para irse al mazo o escatimar recursos humanos, asegura Lucas.

“Hay que pensar que después de esto hay que esperar cuatro años más para jugar un Mundial. Que nos toque empezar ante el mejor equipo del mundo no significa que debamos conformarnos con menos. No podemos darnos el lujo de empezar light porque son ellos y después apuntar a ganar los otros tres partidos. Hay que salir a jugar bien y a ganar desde el primero hasta el último partido. En mi corta experiencia, mi estrategia sería eso. No guardarse nada, porque si no te vas a reprochar durante cuatro años”, simplifica la cuestión el tucumano.

Aunque por delante suyo tiene al indiscutible Marcos Ayerza, Lucas tiene bien asimilada su responsabilidad de llenar los botines del “Toro” cuando le toque relevarlo, sobre todo en el scrum.

“Es una plataforma de gran impacto psicológico. Y en mi caso particular, es importantísima. Que un scrum salga bien me ayuda mucho y me brinda confianza para hacer mi trabajo. Nos enseñan que a cada scrum lo tenés que aislar, que cada uno es distinto a los demás. Sea bueno o malo, el que viene será nuevo”, cuenta Lucas, que para trabajar la formación en esas dos semanas en Tucumán que combustionaron en un santiamén decidió volver a la fuente: Lince, allí donde deja de ser Puma y vuelve a ser “Luquitas”.

“En el Pladar hacemos más que nada destrezas, y no tenemos 16 forwards para practicar. Además, el scrum es una formación que solo podés trabajar en equipo, porque tenés que conocer a los otros pilares. Así que me fui al club a entrenarme con los chicos, que para mí tienen uno de los mejores scrums de Tucumán, tal vez el mejor. El pack es impresionante, por eso les pedí que me ayudaran. Es lindo volver a las raíces, entrenarte con tus amigos y también poder aportar algunas cuestiones técnicas que he aprendido en el trabajo con los seleccionados”, destaca Lucas, consciente de lo que representa como primer Puma mundialista en la historia de su club, y de lo que puede despertar este equipo hasta en los que “no son del palo”

“Sí, sabemos que al Mundial lo ven todos, inclusive los que hacen zapping o los que no entienden bien el juego. Yo creo que este equipo contagia la emoción con la que está viviendo todo esto. Con Los Pumas que lograron el tercer puesto en 2007 fue una cosa especial, como que atravesó la pantalla y nos atrapó a todos. El rugby creció mucho a partir de ese logro. Ojalá que nosotros podamos lograr lo mismo o algo parecido esta vez”, cerró “Luquitas”.